En la avenida Palmira, justo enfrente de la capilla de La Sagrada Familia, trabaja desde hace 8 años Hugo Ramírez y su reciente ayudante, que también es su hermano. Hugo ha laborado de viene viene desde que tenía once años y recientemente ha decidido ofrecerse a lavar los autos que cuida. Fue cuando comenzó a lavar que requirió la ayuda de su hermano de 14 años. Cuenta Hugo, que comenzó porque su madre, que pedía limosna a las puertas de la iglesia, lo inició con la tarea de cuidar los coches. Hoy en día su madre ya no pide limosna gracias al ingreso que mantiene Hugo, que asiste con rigor cada sábado y domingo al empedrado frente a la capilla. La ocupación de su madre ahora es que vende comida en la 3 de mayo.
Cuenta entusiasmado Hugo, que ha habido días en los que ha llegado a ganar mil pesos. Dice que cuando más gana es cuando hay boda porque se suma una misa más en la mañana. Pero normalmente se gana de 300 a 500 por día. Ese dinero va para su jefa, para que esté bien, dice. Desde que su padre murió, Hugo ha tenido que ayudar mucho a su madre, la ayuda a vender comida también, pero aun así Hugo y su hermano no han abandonado la escuela, y cuando no hay coches que lavar, los puedes ver haciendo tarea sentados en la banqueta. A veces, cuando tiene ganas de comprarse algo, como unos tenis, se va guardando 10 o 20 pesos, leve, dice. Siempre que acaban de trabajar Hugo y su hermano, se dirigen a la tiendita y ahí se compran un buen chesco y una que otra golosina, merecida recompensa.
Vaya, se nos puso creativo. Sobre todo al comienzo. No sé si el primer párrafo sobra. Lo salva el sarcasmo, poderosa herramienta.
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